miércoles, 1 de julio de 2009

Jóvenes adultos y el mundo del trabajo del siglo XXI

"Repercusiones, resistencias y nuevas estrategias, a partir del nuevo contexto socioeconómico, político y cultural en el mundo del trabajo. Transformaciones en la construcción de la subjetividad y la vida cotidiana”.

Se contraponen, solapan, interceptan, emergen, desigualdades de género, estratificación social, castas, divisiones de clase, sectas. Las dos primeras son las más antiguas y existieron incluso en donde no se divisaban divisiones de clase. Respecto a las desigualdades de género, algo que permanece vigente, el hombre sigue teniendo más posibilidades de generar status, tener influencias y conseguir más riquezas que las mujeres en algunos aspectos de la vida social.

Según el capítulo “Socialización y Ciclo Vital” de Anthony Giddens[1], la juventud adulta parece estar convirtiéndose en una etapa específica del desarrollo entendiéndolo como un tiempo de moratoria dado el extenso período de educación por el que muchos de los individuos deben pasar para aspirar a integrarse a un mundo del trabajo que exige una sobrecualificación técnica.

“(…)se trata, en primer lugar de constatar que no existe una sino varias juventudes. No sólo en relación a los sectores económico-sociales a que pertenecen o en cuanto a su vinculación con el nivel de estudios cursados, sino también en cuanto a la segmentación por edades y las diferentes formas como los jóvenes se socializan".[2]

Los ámbitos de socialización están en crisis, no coinciden con los imaginarios de familia e institución educativa. Se inicia una corriente de espacios alternativos donde pasar el tiempo fuera de los ámbitos tradicionales. La pertenencia y la identificación en los nuevos y viejos espacios aparecerían como diferentes. El establecimiento de relaciones en los centros educativos, prima el anonimato en masa. El lugar y el tiempo de ocio, la recreación y el esparcimiento es el gran enigma de esta generación que parece darse en la calle los tiempos para la socialización. En las nuevas agencias de socialización importa muy poco la pertenencia al barrio, la familia y la escuela.

El hacinamiento se torna grave cuando hablamos de familias extendidas o compuestas que continúan creciendo según los guarismos registrados entre 1975-1985 aumentando el número en la periferia de Montevideo en donde generalmente conviven las tres generaciones.

El lenguaje/1
“Las empresas multinacionales se llaman así porque operan en muchos países a la vez, pero pertenecen a los pocos países que monopolizan la riqueza, el poder político, militar y cultural, el conocimiento científico y la alta tecnología. Las diez mayores multinacionales suman actualmente un ingreso mayor que el de cien países juntos.
Países en desarrollo es el nombre con que los expertos designan a los países arrollados por el desarrollo ajeno. Según las Naciones Unidas, los países en desarrollo envían a los países desarrollados, a través de las desiguales relaciones comerciales y financieras, diez veces más dinero que el dinero que reciben por la ayuda externa”.
Eduardo Galeano.[3]

La doctrina del capitalismo neoliberal promueve la acumulación económica sobre las condiciones de vida de las personas ya que maximiza la lógica de acumulación económica concentrándola en cada vez menos manos. “La utopía neoliberal es una forma de analfabetismo democrático”. [4]

Nuestra tierra se enferma y se agotan los recursos naturales por la explotación irracional de ellos. Agoniza, pero a pesar del aumento de la polución y la disminución del ozono atmosférico, continuará su rutinario giro.

Pocos que concentran el conocimiento e invierten en la investigación genética y de alta tecnología para ensanchar su tasa de ganancia. Centralizan la información velando, mitificando y relativizando los descubrimientos. Elaboran, a través de los medios de comunicación, una divulgación que omite valores éticos, puntos de vista, ideas y nociones y así amenazan la identidad cultural y, repetidas veces, el medio ambiente de los pueblos y culturas que se verían obligados a consumir paquetes tecnológicos para sostener el crecimiento de la producción y la productividad. Estamos asistiendo a la conformación de situaciones de empleo precarias, discontinuas y sumergidas vinculadas al ámbito de la informalidad.

Pero la sobresaturación de información y las tecnologías inteligentes, fomentan actitudes contemplativas en la medida que no estemos preparados para seleccionar, comprender y procesar los datos.

El desarrollo de la tecnología ha permitido un incremento de la especulación financiera. La celeridad del traspaso de capitales de un lugar del mundo a otro desdibuja las fronteras nacionales y desestabiliza las economías. Estos capitales no provocan un crecimiento económico real y generalmente no se invierten en la esfera productiva sino en la especulativa (es la “economía de casino”[5]. Nadie parece estar en contra de este movimiento en donde si bajan los costos suben las ganancias. Además, “El gran capital en busca de la ganancia y a favor de la competitividad y el mantenimiento de los mercados (…) reclama no contratos sociales, sino ‘flexibilidad’ en la contratación de los trabajadores, posibilidades de despido, reajustes de salarios, reducción de seguros, etc., además de ver en el desempleo elevado y estructural la facilidad para la sustitución de la fuerza de trabajo.”[6]

La desregularización y la flexibilización de los contratos laborales conllevan a una sociedad en riesgo donde la sensación de inseguridad domina en casi todas las situaciones sociales.

En consecuencia, la tendencia global profundiza la distancia que separa a los ricos de los pobres. Los desfavorecidos, en ese estado de desigualdad, no participan normalmente de la vida comunitaria, llegando al riesgo de fractura social. La exclusión lleva a la implementación de múltiples políticas sociales de control, inserción y regularización. Las políticas de inserción difícilmente solucionan los problemas de fractura, porque llegan tarde, cuando los más vulnerables sufrieron los embates de una vida indigna. Hay que analizar aún más el proceso de deslizamiento a la exclusión para crear políticas acordes y frenar sus ímpetus.

Hablamos de vulnerabilidad en el sentido de enfriamiento del vínculo social que antecede a la fragmentación, precariedad del empleo y fragilidad del soporte familiar que afecta a un sector que se sumerge en un círculo del que parece no tener salida.

La trabazón actual nos indica el ascenso de la vulnerabilidad, debilitamiento que no es inédito y marca una gran incertidumbre sobre el futuro.

Existió un período de vacas gordas, en donde las condiciones de crecimiento económico y de distribución de la riqueza, garantizaban, en el imaginario colectivo, la seguridad en el empleo, acceso a la educación, participación en valores comunitarios y planes colectivos. Ésta idea está asociada a la vivencia más cercana que hemos tenido de pleno empleo, pensiones más estables, con mayor margen de acción de políticas de bienestar social.

Como ya vimos, el dinero, el poder y el conocimiento, pertenecen a un grupo minoritario resquebrajando el aparato estatal y las condiciones básicas de una verdadera Democracia participativa.

La organización y la solidaridad son valores que están en crisis en un proceso análogo a la fragmentación del conjunto.

La precariedad en el empleo supone la pérdida de garantías y derechos dispuesta por las políticas neoliberales que llevan a alimentar las situaciones de exclusión.

Esto conlleva a la desestructuración de los ciclos de vida (Anne-Marie Guuillemard y de Xavier Gaulier) [7], cambian los tiempos para aprender, actuar y acumular garantías y derechos para llegar a una jubilación digna que ya no se presentan en una secuencia lineal. Se trata de la desestabilización y una mayor fragilidad de las redes de relaciones sociales y de la inserción social.

La descualificación del trabajo de los jóvenes va a acompañado de un descrédito a la educación cuando caen las banderas que proclamaban a la escuela como el medio más eficaz de igualación de oportunidades. Las políticas de empleo tratan de poner el acento en la formación para mejorar o reciclar a las personas con baja cualificación al punto de ser incapaces de sostener cualquier tipo de trabajo. Esto va a contramano, o al menos con ciertas limitaciones, pues las empresas se dan el lujo de elegir a personas sobre cualificadas, en grado de excelencia productiva con formación permanente que alimenta los factores de exclusión. Por lo tanto el acento debería estar puesto también en las políticas de empleo y de empleabilidad.

“La exclusión es lo que se encuentra al final de una cadena, es lo que nos encontramos, y nos encontraremos cada vez más, en la exacta medida en que se renuncie a actuar río arriba, en sus fuentes” [8]

La conciencia de la crisis no es total porque se toma como destino de cada uno de nosotros, nueva forma de falsa conciencia. La identificación del problema en forma al menos local, permitiría construir un nuevo modelo de sociedad en donde prime la toma de decisiones de carácter político.

Las sociedades pos-industriales están confrontadas a fenómenos de dualización y exclusión social, fenómenos en los cuales se plantea el problema de grupo social sin empleo o no empleables cuyo lazo social se debilita.

Los problemas desempleo, el racismo, la pobreza, son considerados como el resultado de la degradación de situaciones de pleno empleo, tolerancia y justicia social: ficciones. Los individuos se insertan de diferentes maneras en la sociedad en la que viven.

La pobreza es claramente una construcción social, cuando coexisten distintos modelos de consumo en el seno de una misma sociedad, se impone un modelo dominante que influencia las necesidades.

En realidad, se designan como pobres y se sienten pobres, los que no pueden satisfacer los estándares de vida normativos, en una sociedad dada.

La inserción en el mundo del trabajo, procura ingresos que permiten participar económicamente en la vida de la ciudad.

Los lazos sociales se consideran muy importantes en la vida y formación del individuo. El aislamiento debilita, progresivamente el sentimiento de pertenencia a cualquier grupo, como la familia, el barrio, la profesión, su propia identidad y fuentes de seguridad y valorización.

Las estructuras sociales son definidas casi, por las estructuras de producción porque la ausencia del mundo del trabajo hace difícil al desempleado adecuarse a su identidad y definir su lugar.

Pobres son los que ocupan el último escalón de la jerarquía social pero son parte de ésta y podrían responder de distintas maneras frente a esta desvalorización, a través de revoluciones, movilizaciones que pueden realizarse de manera colectiva o individual.

La amenaza de la pérdida de empleo, revela la precariedad de su status, los mismos individuos se debilitan de forma tal, que uno de sus recursos es el aislamiento, la miseria afectiva, la deriva física y psíquica.

El desempleo es consecuencia de la actual organización del empleo y la situación del desempleo, es la ausencia de inserción en el mundo del trabajo y la desesperanza de no poder o no saber conservar los recursos y buscar alternativas porque el individuo conciente de esta exclusión, se siente invalidado, inútil, dentro de una sociedad que sigue funcionando mientras lo ignora y lo rechaza.

El desempleo es analizado como un mecanismo producido por un sistema económico, para la economía liberal, el desempleo es necesario para mantener una presión sobre los salarios y reducir la tasa de inflación. Mirándolo desde este punto de vista parece un mal necesario.

La ausencia de recursos personales como la consecuencia del no empleo, hace entrar a los individuos en un mundo aparte, en el que la sobrevivencia depende totalmente de los otros. La desinserción social es también el aislamiento y la ruptura de pertenencia y esto priva a los individuos de las redes de solidaridad material y del sostén psicológico que les permitiría elaborar proyecciones hacia un futuro.

La crisis del mundo del trabajo y la deconstrucción progresiva de los sistemas de normas y de identidades, son los principales vectores de la nueva vulnerabilidad social.[9]
A lo largo de la Historia, el mundo ha tenido que afrontar diversas revoluciones tecnológicas. Siempre se sostuvieron sobre la creencia que llevaría a la mejora económica de todos y cada uno y al pleno empleo. Lo cierto es que actualmente millones de personas son destituidas de sus puestos de trabajo cada día y sustituidas por maquinaria de alta tecnología que producen y toman algunas decisiones sin necesidad de cobrar un sueldo ni ausentarse por enfermedad. En las primeras revoluciones industriales se sustituyó el brazo del hombre y su fuerza por maquinaria.

Esta tecnología tiene dos caras, puede ser usada tanto para construir, liberar como para la destrucción, desestabilizar. Lo cierto es que en la actualidad provoca un sentimiento de inseguridad permanente con la reducción del número de trabajadores necesarios para producir bienes y servicios. El precio del progreso es la polarización de la población. Por un lado los que detentan el conocimiento y controlan la tecnología y por el otro la legión de los desempleados con poca esperanza de encontrar empleos significativos.

La tercera revolución científico tecnológica que recién empieza cuenta con un grupo que incide en el crimen, desesperados y sin futuro crean una subcultura criminal fuera de la ley. En la automatización el trabajo humano se torna insignificante e irrelevante. ¿Cuáles serán las nuevas formas de definir el valor de las personas y las relaciones humanas?

Perfeccionar la cadena de montaje o la reorganización de las funciones de producción, de administración estructurando sus procesos productivos para hacerlos compatibles con la tecnología genera una reducción en los costes operativos, mayor producción y menor número de puestos de trabajo. Reestructuración y reingeniería empresarial suprime puestos gerenciales y de dirección creando equipos multidisciplinarios de trabajo generando consecuencias económicas y sociales por la destrucción de puestos de trabajo.

Si bien aparecen nuevos empleos, éstos se hallan en la base de la pirámide salarial con contratos temporales. Entonces los índices de desempleo y subempleo crecen y parecen acelerarse.

Las consecuencias divergen de acuerdo con la edad de los afectados. Los jóvenes pueden generar comportamientos antisociales y los trabajadores mayores parecen resignarse por no vislumbrar alternativas posibles.

El camino de la automatización, la sustitución del trabajador por la máquina, se presenta más vertiginoso en el sector manufacturero llegándose a proclamar por la voz de Jacques Attali, en el mundo occidental el final de la era de los trabajadores de ambos sexos.
¿Cómo frenar este impulso si la consecuencia es el aumento de la productividad?

Un modelo de mundo sin trabajo señala una nueva era en la Historia. ¿El individuo será libre de la rutina y el cansancio o será el caos de desesperanza social y motivo de innumerables conflictos y disturbios?

Integrados y apocalípticos observan el proceso de sustitución de la fuerza de trabajo por maquinas en diferentes áreas de la producción y distribución de servicios.[10]

Marcel Proust llevaba razón. La verdadera experiencia no consiste en descubrir nuevos países, sino en ver la realidad con nuevos ojos.
Ulrich Bech [11]

Fuentes consultadas.

BECK, Ulrich. Un nuevo mundo feliz. La precariedad del trabajo en la era de la globalización. Paidós. Barcelona.
DE GAULEGAC, Vicent. La exclusión social.
CASTELLS, M. De la exclusión como estado a la vulnerabilidad como proceso. Revista Archipiélago nº 19. España. 1995
GIDDENS, Anthony. Selección de textos de Anthony Giddens II. Curso de Sociología. Encargado del curso Profesor Álvaro Portillo. Universidad de la República. Licenciatura en Ciencias de la Comunicación. Publicaciones Universitarias. Montevideo. 1998.
GIDDENS, Anthony. Selección de textos de Anthony Giddens I. Curso de Sociología. Encargado del curso Profesor Álvaro Portillo. Universidad de la República. Licenciatura en Ciencias de la Comunicación. Publicaciones Universitarias. Montevideo. 1999.
RIFKIN. J. El fin del trabajo
ZIBECHI, Raúl. La revuelta juvenil de los '90. Las redes sociales en la gestación de una cultura alternativa. Editorial Nordan-Comunidad. Montevideo. 1997.







[1] GIDDENS, Anthony. Selección de textos de Anthony Giddens II. Curso de Sociología. Encargado del curso Profesor Álvaro Portillo. Universidad de la República. Licenciatura en Ciencias de la Comunicación. Publicaciones Universitarias. Montevideo. 1998.

[2] ZIBECHI, Raúl. La revuelta juvenil de los '90. Las redes sociales en la gestación de una cultura alternativa. Editorial Nordan-Comunidad. Montevideo. 1997.

[3]GALEANO, Eduardo. Patas arriba. La escuela del mundo al revés. Ediciones del Chanchito, Uruguay, primera edición, noviembre de 1998.
[4] BECK, Ulrich. Un nuevo mundo feliz. La precariedad del trabajo en la era de la globalización. Paidós. Barcelona.
[5]Ibíd. 2.
[6]VALDÉS, Félix. Ponencia: La globalización: una mirada desde la isla. Seminario: Globalización e interculturalidad: una mirada desde Latinoamérica. Universidad de Zulia, Maracaibo, Venezuela, 28-31 de marzo de 2000.
[7] CASTELLS, M. De la exclusión como estado a la vulnerabilidad como proceso. Revista Archipiélago nº 19. España. 1995

[8] Ídem. 6
[9] DE GAULEGAC, Vicent. La exclusión social.
[10] RIFKIN. J. El fin del trabajo
[11] Ídem 4.

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